TESTIMONIO DEL PADRE JUAN CARLOS POLENTINI
José María Ubillus Ezcurra
Ilustraciones por Antony Fachin
Tras meditar profundamente si era adecuado publicar su testimonio acerca de la Leyenda Inca del Tesoro del Paititi y su execrable saqueo; el padre Juan Carlos Polentini Wester, nos relata lo sucedido durante la dictadura Fujimorista.
Desde el punto de vista del padre, la información que él conocía sobre la ciudadela inca debía ser asumida por el gobierno peruano; recibiendo a cambio de ello, escepticismo, burlas y negativas acerca de lo que él sostenía era una verdad extraordinaria. El entonces presidente del Perú; Alberto Fujimori Fujimori, tras numerosas notificaciones del padre, le aseguró que la expedición sería llevada a cabo por su gobierno. Fue tras la última comunicación del padre Polentini y Fujimori; que los elementos de seguridad del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) controlado por Vladimiro Montesinos Torres, se encargaron de desdibujar la imagen del padre Juan Carlos Polentini acusándolo de ser un “huaquero” en el cual no se podía confiar. Irónicamente, quienes desde el entorno de Fujimori cuestionaron la autenticidad de la información que entregó el sacerdote; fueron los mismos que, dirigidos por la dupla Fujimori-Montesinos, la utilizaron para ubicar el oro de los incas y perpetrar el desastre que vino después.
En 1998, el padre Polentini fue visitado por un alto ejecutivo de Discovery Channel en el asilo donde reside en Lima; interesado en producir un documental acerca de la Leyenda del Paititi. No se supo más de él. Una mano negra se encargó de dificultarle los trámites y cerrarle las puertas en las instancias gubernamentales donde tenían que darle las facilidades correspondientes; este trabajo de entorpecimiento, al mismo tiempo desarrolló una campaña de desprestigio contra el padre Juan Carlos Polentini. En realidad, estos procedimientos, -la demolición moral de las personas-, eran la línea de conducta característica del gobierno corrupto de Alberto Fujimori. En la actualidad Alberto Fujimori Fujimori y su cómplice Vladimiro Montesinos Torres; cumplen penas de internamiento de 25 años en cárceles de alta seguridad por los delitos de robo contra el Estado y de Lesa Humanidad por homicidio calificado.
Gracias al apoyo de la señora María del Carmen Rodríguez del Solar, para el mes de junio del año 1999 el padre Polentini pudo publicar 180 ejemplares de su libro denunciando el saqueo de las ruinas del Paititi (“Padre Otorongo”). Hoy se sabe que fueron las propias páginas de su libro, la fuente de información que el SIN de Montesinos y Fujimori, utilizó para ubicar y saquear la ciudadela.
Coincidentemente, en agosto del año 2000, la primera dama del Perú Keiko Sofía Fujimori, compró terrenos en el departamento de Ica para cultivar espárragos en lugares donde sólo se podía acceder en helicóptero con la finalidad de exportarlos (¿los espárragos más caros del mundo?). Por esas mismas fechas, trascendió que un helicóptero del ejército había caído patrullando la frontera con Ecuador pero ello fue desmentido por la guarnición militar del norte puesto que en esa frontera no necesitaban de ese tipo de patrullaje y por ello no contaban con ese tipo de aeronaves. Esta versión de los hechos también coincide con los “métodos” utilizados por el SIN, durante el conflicto armado con el Ecuador en que se reportaba la pérdida de aviones de guerra frente las costas del centro del país, siendo la realidad que habían sido abatidos por los misiles anti aéreos de las fuerzas armadas ecuatorianas en las zonas de frontera con el Perú. El gobierno de Alberto Fujimori, está considerado como el más mentiroso y corrupto de la historia peruana; experto en la manipulación de informaciones para mantener engañada a la opinión pública de una guerra que se perdió pero que los fujimoristas pregonaban como una victoria. Obviamente, para ellos era un juego de niños mentir y manipular la información en torno al gran descubrimiento del padre Polentini y evitar las investigaciones de la prensa independiente. Las declaraciones del padre y las versiones de los lugareños respecto del episodio de los helicópteros; coincidían perfectamente con la versión recogida por el padre Polentini. Todo indica que la caída del helicóptero puso fin al saqueo de la ciudadela y, por temor al escándalo de que se descubra la rapiña de Fujimori y sus cómplices; procedieron a borrar las huellas del latrocinio dinamitando las áreas saqueadas. La información, acopiada posteriormente sobre estos hechos, permitió establecer una coincidencia cronológica de los sucesos; más no la única, los lugareños revelaron que los helicópteros que transportaban lo sustraído del Paititi, aterrizaban en las fincas que la primera dama había adquirido en Ica; repostaban combustible y enfilaban a alta mar donde esperaban los barcos que llevarían lo saqueado a territorio japonés.
La confirmación de cuanto había ocurrido ahí, lo confirmó el padre Polentini cuando en el mes de agosto de 2003, el sacerdote llevó a dos turistas rusos al Mantto de Paititi. Lo que encontró fueron los valiosos restos arqueológicos destruidos con explosivos. ¿Qué se llevaron? ¿Tierra, piedras o las estatuas trabajadas en oro macizo de los incas?
¿Cuál fue la finalidad de dinamitar el incalculable legado histórico; los símbolos que a manera de mensaje a sus súbditos dejó el último de los incas en un mural lítico? Ese mural era un mensaje de despedida del último, de los Incas. Había escenas de guerra, bailes, una cadena, los cuatro cuadrados del Tahuantinsuyo; catorce Incas, un círculo de triple raya…y lo borraron todo para no dejar huellas del robo. ¿Por qué se amontonó la roca dinamitada bloqueando la vereda de acceso a la ciudadela en donde, en una foto anterior a estos hechos, aparece el padre Juan Carlos Polentini? ¿Por qué trataron de ocultar con champas de tierra y hierba los restos arqueológicos que hasta hoy persisten? Pese a todos estos intentos de ocultar el saqueo, la naturaleza, de diferentes maneras; muestra los indicios del crimen de lesa cultura cometido, hasta el día de hoy, impunemente.
Semblanza del Padre Juan Carlos Polentini Wester.
¿Cómo es el padre Juan Carlos Polentini Wester y qué lo impulsó a denunciar todo esto? La impresión que causa el conocerlo es la de una persona que irradia una absoluta paz interior. Igualmente, despierta asombro su absoluta lucidez; cuando recuerda sin equivocarse los numerosos nombres de los lugares y personajes que ha conocido a lo largo de sus desplazamientos por las abruptas regiones durante los 25 años de apostolado católico, llevando el mensaje cristiano a las desoladas y siempre sufrientes etnias de las estribaciones de la selva amazónica. A lo largo de nuestra conversación, se fue consolidando la sensación de estar al lado un hombre cuyo absoluto desprendimiento por las cosas materiales y su plena conciencia de estar en el tramo final de su vida, sin que esto signifique que padezca dolencia alguna; por el contrario, su estado de salud es envidiable incluso para personas más jóvenes que él y a quien sólo las limitaciones propias de la edad le impiden que, -como lo hizo durante los 25 años de su vida misionera-, continúe la tarea de propagar la doctrina de Jesús en los pueblos más alejados y humildes de la selva amazónica. En ese contexto, se entiende por qué el padre Polentini no se inmuta cuando se refiere al inmenso valor material de lo robado al Perú y sí, en cambio, se conmueva -a pesar de no ser peruano- cuando explica la irreparable pérdida de ese nexo entre el Perú contemporáneo y sus admirables raíces históricas. Juan Carlos Polentini Wester, vino de tierras argentinas y ancestros italianos a catequizar a los pueblos olvidados de la selva peruana; a ellos y al Perú les dedicó su vida y, más temprano que tarde, la historia le reconocerá el valor de sus actos. Los que lo escarnecieron para poder robarse el legado inmenso que este hombre quiso entregar a sus legítimos dueños; nada trajeron a este país y la miseria y el olvido de sus vidas será el mezquino monumento que merece la ceguera de su codicia.
Al término de la entrevista el padre Polentini expresa conmovido: “Ahora, cualquiera que vaya al Mantto sin haberlo conocido como era antes; dirá que allí nunca hubo algo”. “Lo que la naturaleza no pudo borrar, ellos lo hicieron”.
|